La situación económica actual invita a considerar la opción de internacionalizar su marca y comenzar a exportar su producto o servicio. Se trata de una decisión estratégica cuyo objetivo no es la supervivencia sino crecer y salir fortalecido.
Se suele caer en el error de que sólo las empresas grandes operan en mercados internacionales porque poseen la capacidad productiva y los recursos necesarios para ello, pero lo cierto es que cada vez son más las PYMES las que han decidido vender fuera de sus fronteras.
Internacionalizarse es un proceso complejo:
– encontrar la oportunidad en un mercado extranjero (detectar la necesidad en el país adecuado);
– realizar un exhaustivo análisis del mercado al que te vas a dirigir y desarrollar la estrategia de marketing que te permitirá introducirte;
– poner números a la aventura internacional y evaluar la inversión necesaria y la financiación de toda la operación;
– solventar las barreras legales y logísticas…
… y también, por supuesto, las lingüísticas.
El idioma siempre es una hándicap importante y un factor de riesgo. La comunicación es el motor para generar oportunidades de negocio y resulta de vital importancia evitar errores lingüísticos que comprometan el éxito de toda la operación. Encontrar el asesoramiento adecuado supondrá la diferencia entre conocer el detalle y las peculiaridades del país al que te diriges o conformarse con una visión más general y de carácter “turístico”. En marketing, esta diferencia es clave en todas las acciones de promoción y comunicación.
Es momento de internacionalizarse, de dar un paso al frente y hacia fuera. Pese a que es una decisión que conlleva una re-estructuración empresarial, un cambio de cultura y una inversión de tiempo, recursos y dinero, también es cierto que nunca antes se habían simplificado tanto los medios para tener una presencia en el mercado global sin importar el tamaño de nuestra empresa.